Los tatuajes aumentan en popularidad, muchos de sus referentes, músicos o deportistas, los lucen. Los menores no son ajenos a esta moda.

El tatuaje graba en la piel, un dibujo o signo, a través de agujas o punzones con tinta. Se llevan realizando desde miles de años, antes como marcas en tribus, después en marinos, utilizados luego por personas marginales, ahora son aceptados socialmente, incluso con fines estéticos.

Caminando por la playa puedo ver a mayores y pequeños tatuados en distinta extensión y tamaño.

Como abogada de familia reflexiono si debe existir consentimiento de ambos padres para que el menor pueda tatuarse y lucir un dibujo, una letra, una frase sobre su piel.

¿Puede tatuarse un menor sin consentimiento de ambos progenitores?

¿Si existen diferencias entre los progenitores qué puede hacer quien no consintió que su hijo fuera tatuado?

¿Realmente se exige por el tatuador un consentimiento de el/la menor y de sus padres para realizar el tatuaje?

¿Debe el tatuador verificar el consentimiento conjunto de los padres de el/la menor?

Vamos más allá.

En el caso de ponerse de acuerdo los padres en aceptar el tatuaje  del menor, también los padres deben ponerse de acuerdo en la técnica por la que se le tatuará, el signo o dibujo objeto de tatuaje, las tintas o colores a utilizar, y un largo etcétera.

Un ámbito  que descubro al hilo de este artículo y permite  deducir el posible desacuerdo en todas o alguna parte del tatuaje al niño.

Desgraciadamente no es un caso de laboratorio, sino real como la vida misma.

RIESGOS PARA LA SALUD

Conociendo, según los estudios existentes. que un tatuaje puede suponer un riesgo para la salud, al provocar desde reacciones alérgicas, enfermedades por contagio de los materiales empleados, puede afectar al sistema inmunológico, generar reacciones frente al sol -abundante en nuestro país- impedir pruebas o remedios médicos, entre otros muchos, y cuyos efectos pueden aparecer de inmediato o mucho tiempo de después.

Amén de que, para quitarlo, se necesita quemar la piel (que al parecer duele muchísimo), el problema se antoja bien real, pues, los ídolos de los menores portan dibujos, marcas y expresiones atrayentes, en ocasiones inapropiadas o  incluso incomprensibles  para ellos.

Por ello  el tatuaje de un hijo es asunto de patria potestad y requerirá el consentimiento de ambos padres o, en su defecto, será necesaria la autorización judicial.

¿Qué hacer si el padre o la madre en exclusiva y sin consentimiento del otro, permite el tatuaje del hijo?

El otro progenitor podrá acudir al Juez para solicitar que retiren al hijo el tatuaje, además de otras medidas, con el consiguiente dolor y sufrimiento que habrá padecido el/la menor al momento de hacerle el tatuaje y luego quitárselo, mas aún si el tatuaje fue a petición del menor.

Estas acciones por parte de los padres son importantes.

A mi juicio siempre requieren el consejo de abogados especializados en derecho de familia, profesionales que darán siempre una información legal, técnica y precisa derivada de la experiencia en su habitual campo de trabajo.